Resumen: Durante los tres años que duró la Guerra Civil (1936-1939) se cometieron numerosos atentados contra el patrimonio artístico, desde quema indiscriminada de edificios religiosos, tráfico ilegal de obras, apropiaciones irregulares de inmuebles que representaban la aristocracia española… hasta el efecto de los bombardeos, mucho más letales de los que se utilizaron en la Primera Guerra Mundial, capaces de destruir ciudades enteras. Desde los dos bandos que participaron en la contienda, surgen una serie de estrategias destinadas a proteger el Tesoro Artístico. Esta movilización por proteger el patrimonio artístico en tiempos de guerra no tenía precedentes, y queda constatada en la decisión que se tomó para proteger algunas de las obras maestras del Prado: proceder a su traslado, emprendiendo así un arriesgado viaje que acabó en Ginebra.