Resumen: El aumento progresivo de la esperanza de vida en nuestro país ha dado lugar a que cada vez exista un mayor número de personas mayores de 65 años y un mayor número de “octogenarios”. A este grupo, de predominio claramente femenino cada vez más longevo y dependiente, se le denomina “cuarta edad” y tiene en común, en muchos casos, pluripatología asociada: enfermedades como las neurodegenerativas o trastornos emocionales como depresión y/o ansiedad; estar institucionalizados y haber sufrido importantes pérdidas y duelos (de familiares, hogar, hábitos, roles, entorno,…). El caso clínico que protagoniza este trabajo es reflejo de dicha situación: señora de 83 años, que lleva 9 en una residencia a la que ya llegó con un proceso degenerativo en curso y una depresión establecida. A continuación se pretende dejar constancia de la relevancia de la evaluación y reevaluaciones pertinentes y del tratamiento continuado de terapia ocupacional para tratar de conseguir un mantenimiento de la funcionalidad, de las funciones cognitivas, de las habilidades y destrezas y del estado emocional, en el día a día del paciente; y de la relevancia de la intervención de terapia ocupacional en procesos agudos de empeoramiento.