Resumen: Los déficits de la extremidad superior (ES) son secuelas muy frecuentes después del ictus y están presentes en la fase aguda en el 87% de los supervivientes. En condiciones de normalidad, la complejidad funcional de la ES es notable. La mano no sólo es un instrumento de prensión, sino que también tiene una función sensorial (por ejemplo reconocimiento de objetos) y emocional, ya que es un medio de expresión gestual que permite comunicar sentimientos y necesidades. Tras sufrir un ictus no siempre es posible la recuperación de todas las funciones perdidas, siendo la funcionalidad de la ES uno de los retos más difíciles del programa rehabilitador. En el ámbito de la terapia física, el tratamiento basado en la terapia de espejo se ha establecido como una alternativa potencialmente beneficiosa para diferentes desórdenes motores cognitivos del sistema nervioso central, entre las cuales destacan la rehabilitación motora de la extremidad superior en pacientes que han sufrido un accidente cerebrovascular.