Resumen: Durante el primer tercio del siglo XX se puso en marcha toda una red de Ateneos “libertarios”, “racionalistas”, “sindicalistas”, lo que constituye uno de los rasgos del comportamiento asociativo libertario español, pese a tratarse de un cuerpo heterogéneo en sus planteamientos y prácticas. La impronta de sus acciones fue posible porque la cultura anarquista emanaba fundamentalmente de sus redes de sociabilidad. Estos ateneos fueron centros de difusión y adoctrinamiento ideológico, así como de formación del militante, pero también actuaban como plataformas de divulgación cultural. Se insertan dentro de un programa de prácticas revolucionarias basadas en el poder transformador social de la cultura, rol central de la configuración y definición de la identidad ácrata, siempre heterogénea en sus perfiles, pero también en la convicción del poder de la educación que desempeñaría en la emancipación del individuo. Por esa razón su historia se inscribe en las diferentes formas de acción colectiva que constituyeron las culturas obreras, las cuales emanarían una(s) cultura(s) e identidad(es) propias que surgirían enfrentadas a la cultura y la sociabilidad dominantes.