Resumen: La escuela es el principal escenario formal en el que niños y adolescentes aprenden a convivir, maduran emocionalmente y adquieren conocimientos, aptitudes y actitudes que determinarán en buena medida su desarrollo social y cognitivo. Por esta razón, la comunidad educativa en su conjunto, pero los maestros muy espe-cialmente, juegan un papel fundamental a la hora de prevenir determinadas alteraciones de la conducta, como son los Trastornos de Conducta Alimentaria (TCA). Esta intervención puede y debe realizarse desde edades muy tempranas, promoviendo la Educación para la Salud, de modo trasversal a todo el currículo, con el objetivo de favorecer el desarrollo de los buenos hábitos alimentarios, pero también para favorecer su autoestima, su asertividad, su autonomía de criterio y la actitud crítica ante las fuertes influencias que puede ejercer el medio y que sitúan a nuestros alumnos y alumnas ante disyuntivas de gran importancia vital. Para ello, se expone un breve análisis sobre cómo abordar estos aspectos desde las aulas de Educación Primaria, así como un somero recorrido histórico en el que expongo las características intrínsecas de las patologías alimentarias, cuál es su situación hoy en día y qué papel juega la comunidad educativa, para acabar con un esbozo explicativo de diversos enfoques teóricos y algunos ejemplos de intervención. En resumen, este trabajo pretende contestar a una pregunta básica: siendo los TCA una lacra de alcance social, que puede empezar a manifestarse desde edades muy tempranas, ¿puede la escuela contribuir de manera decisiva a prevenirlos? La respuesta es un ro-tundo sí. Y, en segundo lugar, aparece un imperativo en forma de tarea educativa: ¡Hagámoslo!