Resumen: La tragedia griega acaparó la atención de un joven Nietzsche que acababa de leer a Schopenhauer y por tal motivo le dedica a ella su primer gran tratado filosófico: El nacimiento de la tragedia. Sin embargo, con los años se acaba distanciando del que fue su autor de cabecera y reformula sus inquietudes bajo una original y archiconocida constelación de conceptos. Pero el papel que confiere a la literatura en el futuro, en su filosofía artística, deja en el aire la oportunidad de reinterpretar su obra de juventud, de ver su análisis de la tragedia y del mundo griego sin estar atravesados por los preceptos schopenhauerianos. No obstante, lo que aquí nos compete ni es un cara a cara con Schopenhauer ni una conexión temática entre las distintas etapas de Nietzsche. Se pretende, más bien, atenerse a su primera obra tomando únicamente como premisa su vitalismo, y a partir de ahí elaborar una reflexión sobre cómo contribuye el arte literario a la superación del dolor existencial.