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TAZ-TFG-2017-838
Hemorragia subaracnoidea aneurismática: Diagnóstico y tratamiento. Comparación del tratamiento endovascular frente al tratamiento quirúrgico.
Resumen: La hemorragia subaracnoidea (HSA) representa un 5% de las enfermedades cerebrovasculares con una mortalidad del 26% tras su diagnóstico y el 54% de los pacientes que la sufren no alcanzan la recuperación completa. La principal causa de hemorragia primaria espontánea es la ruptura aneurismática. Se puede prevenir eliminando sus factores de riesgo más importantes, como son la hipertensión y el tabaquismo y mediante un tratamiento rápido se puede reducir mucho sus devastadoras consecuencias. Una cefalea explosiva de instauración brusca suele ser su principal manifestación pero no es específica, por lo que realizar una TC es obligatorio seguida de una punción lumbar diferida si esta presenta resultados negativos. El diagnóstico se realiza con angiografía aunque cada vez se emplea más el angio-TC en detrimento de esta. Es muy importante el tratamiento multidisciplinar en un centro médico con los medios necesarios. Las complicaciones principales de la HSA son el resangrado, el vasoespasmo y la hidrocefalia. El resangrado se intenta evitar realizando una oclusión precoz del aneurisma, se puede realizar de forma endovascular mediante la utilización de “coils” o mediante clampaje quirúrgico, demostrando la primera una pequeña ventaja en los aneurismas abordables por ambas técnicas, si bien es cierto que las tasas de resangrado y oclusión completa son más favorables con la técnica quirúrgica. La intervención se debe realizar en las primeras 24 horas tras el sangrado, si es posible, ya que el abordaje precoz ha demostrado beneficios en ambas técnicas y en todos los grados de deterioro neurológico del paciente. El vasoespasmo, cuyo diagnóstico y monitorización se lleva a cabo principalmente por ultrasonografía doppler transcraneal, se previene con la administración de nimodipino y el mantenimiento de la volemia y sí este ya está instaurado y es sintomático deberemos realizar la “triple H” que consiste en inducir hipervolemia, hipertensión y hemodilución, aunque esta última no parece presentar beneficios. Por último la hidrocefalia sintomática se tratará mediante una derivación externa o ventriculoperitoneal según las características de esta.