Resumen: El cáncer colorrectal es uno de los tumores malignos más prevalentes y mortales en los países occidentales. Y a pesar de que recientes mejoras en la cirugía y la quimioterapia han aumentado la supervivencia de estos pacientes, la tasa global de supervivencia a los 5 años es del 64,3%, mientras que la de los pacientes con estadios más avanzados es sólo de un 11,7%. Estos datos hacen necesario el desarrollo de nuevas estrategias, y la participación del microentorno tumoral en el desarrollo de resistencias ha adquirido una gran importancia en los últimos años. La progresión tumoral y posterior invasión metastásica requieren la conjunta evolución de las células tumorales con el microentorno, el cual está formado por múltiples elementos como células no transformadas, matriz extracelular modificada, una mayor densidad de vasos, células inflamatorias y del sistema inmune y fibroblastos con un fenotipo "activado", los denominados fibroblastos asociados al cáncer o CAFs, de manera que todos ellos participan activamente. Estos CAFs tienen un origen heterogéneo y todavía no bien descrito, ya que pueden provenir de fibroblastos normales que se han transformado por la acción de moléculas exógenas o alteraciones genéticas; de las células endoteliales a través de una transdiferenciación; de las propias células epiteliales tumorales a través de una transición epitelio-mesenquimal; o de las células mesenquimales procedentes de la médula ósea. Pero todavía no se conoce con certeza. Y aunque sus mecanismos de acción aún no son del todo conocidos, cada vez se sabe un poco más. Además de actuar de diferentes formas, lo hacen con diferentes fines, es decir, no sólo promueven el crecimiento del tumor, sino que también facilitan la invasión de las estructuras vecinas, favoreciendo la producción de metástasis, todo ello mediante la secreción de diferentes factores como el factor de crecimiento transformado beta (TGF-β), el factor de crecimiento derivado de plaquetas (PDGF), el factor de crecimiento de hepatocitos (HGF) o citoquinas inflamatorias, interviniendo en sus vías metabólicas, modificando la composición de la matriz extracelular, e incluso de manera indirecta, promoviendo la angiogénesis, la inmunosupresión o el desarrollo de nichos que dificulten la llegada de los fármacos. Por eso, el futuro se halla en la investigación de los CAFs y el desarrollo de nuevas estrategias frente a alguna de sus múltiples formas de participar en la tumorogénesis, en cualquier etapa del proceso.