Resumen: Un prematuro es un neonato vivo nacido antes de las 37 semanas de gestación. La mayoría de las veces esto va ligado a bajo peso al nacimiento, menor a 2.500 gramos. Ambas condiciones se asocian a un aumento de la mortalidad y morbilidad neonatales. El objetivo de este trabajo, es analizar a partir de un caso clínico las complicaciones condicionadas por la prematuridad, tanto precoces como tardías. Respecto a las patologías precoces se ha revisado la enfermedad de las membranas hialinas, leucomalacia periventricular e ictericia neonatal. La que más va a condicionar el pronóstico a largo plazo de este recién nacido, va a ser la patología neurológica. Las repercusiones pueden abarcar muchos y diferentes ámbitos del neurodesarrollo, desde muerte hasta discapacidad. Aunque las tasas de supervivencia han mejorado y hay evidencias de disminución del deterioro neuromotor, no se ha logrado una mejora significativa del desarrollo neurológico. Los estudios disponibles en la actualidad se centran en los primeros meses de vida, pero los efectos pueden durar hasta la vida adulta. Se ha demostrado que la intervención temprana tiene beneficios. Posteriormente respecto a las complicaciones tardías se han analizado la displasia broncopulmonar, retinopatía del prematuro, sepsis tardía y anemia del prematuro. De todas ellas, la más relevante es la displasia broncopulmonar. Cuando la enfermedad no evoluciona favorablemente puede incluso llegar a producirse la muerte. Estos niños precisan suplementos de oxígeno los primeros meses, presentan mayor riesgo de infecciones respiratorias graves como bronquiolitis y mayor número de ingresos. Se relaciona tanto con el tórax sibilante del lactante como con el asma en edades posteriores. En lo referente a la retinopatía de la prematuridad, los casos leves, grado I y II se resuelven espontáneamente, pero es importante el seguimiento a largo plazo por su relación además de con ceguera en los casos graves (grado III y IV), con defectos refractivos u otras complicaciones oftalmológicas.