Resumen: Julio Cano Lasso tal vez sea uno de los arquitectos más enigmáticos más enigmáticos de la modernidad española de mitad del siglo XX, por su peculiar eclecticismo. Queda así reflejado en los encargos de la Compañía Telefónica de España (CNTE), experiencia que le brinda oportunidad de experimentar. El inicio de esta etapa comienza con Central de Comunicaciones por Satélite de Buitrago (1966), obra que sentará las bases proyectuales en los posteriores encargos como la primera propuesta para la Sede central de la Compañía Telefónica de Fuente Larreina (1967), la Central Telefónica en el barrio de La Concepción (1969) y la Central Telefónica en Torrejón de Ardoz (1969). Las imposiciones de la compañía y los condicionantes técnicos en el campo de la construcción pronto revelan a Cano la realidad de la arquitectura de la España de los sesenta, una arquitectura moderna que no se ve respaldada ni material ni técnicamente. Cano se ve abocado a recurrir frecuentemente a materiales y sistemas constructivos considerados como ‘tradicionales’. Es así como el ladrillo aparece como acompañante a lo largo de la obra de Cano, convirtiéndose en un recurso material y lingüístico. En él descubre el potencial que encierra este material noble sino también en cuanto a su expresividad y flexibilidad. Ya que es absorbido fácilmente por cualquier estilo. Debido al extendido uso en la tradición de este material es visto como perteneciente a cualquier tipo de lugar, pero Cano explora cómo el ladrillo es asimilado en entornos más tecnológicos. Un tema que será recurrente en su arquitectura es el envejecimiento y su facilidad para albergar elementos vegetales,