Resumen: Los monstruos despertaron mucho interés en multitud de ámbitos a lo largo de la Edad Moderna, momento en el que ya no sólo se trata de razas monstruosas, sino que son individuos con una serie de rasgos anormales que lo convierten en monstruo. Para estos seres deformes, una de las pocas vías de supervivencia era su propia exhibición. Es por ello por lo que renunciaban a su condición de ser humano para convertirse en monstruos y, por tanto, en seres marginados socialmente. El monstruo, lejos de ser entendido como un ser meramente biológico, a lo largo de la Edad Moderna fue también un producto cultural, creado por el hombre y cargado de diversas significaciones en función de los sentimientos que despertaron en la población, desde el horror o el miedo, hasta el placer y la diversión. Asimismo, estuvieron muy presentes en las cortes europeas, no sólo porque causaban diversión o curiosidad, sino como forma de reafirmar su posición social de perfección frente a estos seres deformes. La presencia de los monstruos en las cortes europeas modernas no deja de tener ese espíritu de mostrar, de lo grotesco, de lo raro, del "pasen y vean".