Abstract: Una sencilla ánfora vinaria hecha de barro cocido me sirve como vector de procesos y aspectos de la progresiva romanización del mundo conocido en período imperial. Es la imagen visible de un sistema estable de comercialización de productos mediterráneos susceptibles de ser envasados, conservados y transportados en recipientes. El vino nos ayuda a visibilizar la época expansiva de conquista y control de territorios, la existencia de bases estables, centrada en núcleos urbanos estratégicamente situados junto a nodos de comunicación. Los consumidores finales, el numeroso colectivo del ejercito triunfante, da la posibilidad de atisbar una variedad de rutas y trayectos, tanto terrestres como fluviales y marítimos, que descansaban en una eficaz logística y economía de costes, en las adecuadas infraestructuras y en el ajuste a las mejores opciones posibles que permitieran un control y desarrollo de un comercio para dar respuesta a una creciente demanda de productos perecederos a distribuir en largas distancias. Es un viaje a la inversa. El ánfora funciona como un apuntador teatral dando voz a los diferentes protagonistas del comercio. En su viaje nos va hablando de sus orígenes, recorridos, caldos, y adecuación para su transporte, datos extraídos de fuentes de información actualizada de carácter interdisciplinar sumados a aquellos propios asumidos al cursar las asignaturas propias del mundo antiguo, especialmente romano.