Resumen: Las células natural-killer (NK) constituyen un subtipo celular linfoide de la inmunidad innata altamente especializado en la función efectora citotóxica, hecho que las involucra en la primera línea de defensa frente a agentes infecciosos y células neoplásicas. La implicación de las células NK en la modulación inmune del cáncer es un hecho constatado. Dicha regulación se fundamenta en la capacidad que presentan para diferenciar entre células sanas y anormales, proceso que ocurre mediante la valoración de señales procedentes de receptores activadores e inhibidores ubicados en la membrana plasmática de las células NK. Por otra parte, el microentorno tumoral es capaz de modificarse como consecuencia de sus interacciones con la inmunidad, hecho que puede comprometer la funcionalidad de las células NK hasta el punto de conducir a la destrucción del tumor o a su evasión del control inmune. Estas vías de escape incluyen la secreción de factores inmunosupresores, la represión y/o sobreexpresión de ciertos ligandos y el reclutamiento de otras células inmunes de actividad inhibidora sobre las células NK. La caracterización funcional y propiedades únicas de las células NK las convierten en excelentes candidatos para distintos tipos de tratamientos, como la transferencia adoptiva de células y el trasplante de células madre hematopoyéticas. Sin embargo, su aplicabilidad en clínica se ve restringida por varios factores, como su limitada supervivencia y/o la baja capacidad de expansión que presentan. El abordaje de estas carencias es posible mediante medidas de preactivación y de ingeniería genética. Estas vertientes, capaces de amplificar el potencial efector de las células NK, incluyen el desarrollo de receptores quiméricos de antígenos (CARs), el bloqueo de receptores con función inhibidora y el diseño de anticuerpos biespecíficos.