Resumen: Inconfundible. Así era nuestro José Barea. Su pelo lo delataba de lejos, dándole ese aire de sabio despistado, de personaje genialoide, que lo acercaba a Einstein o a otro gran andaluz, Antonio Flores de Lemus. En la distancia corta lo retrataban su entusiasmo y su aire ingenuo. Pero no conviene llamarse a engaño con su mirada bondadosa. Si era necesario, siempre estaba presto a convertirse en un rocoso guardián de la ortodoxia hacendística... Idioma: Español Año: 2015 Publicado en: Anales de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas 92 (2015), 603-606 ISSN: 0210-4121 Originalmente disponible en: Texto completo de la revista