Resumen: La enfermedad tromboembólica produce obstrucción de los vasos sanguíneos debido a la formación de trombos u otros agregados, que migran y se alojan en diferentes localizaciones. En los gatos, la más habitual es la trifurcación de la arteria aorta como consecuencia de cardiomiopatías, donde genera un cuadro de dolor, parálisis, ausencia de pulso, poiquilotermia y palidez de las extremidades posteriores. Con menos frecuencia se produce tromboembolismo a nivel pulmonar acompañado de signos respiratorios y tromboembolismo venoso de la vena cava craneal. En ocasiones la exploración física permite establecer un diagnóstico, aunque también se recurre a técnicas de imagen como la radiografía y la ecografía, y otras pruebas complementarias. El enfoque habitual del tratamiento incluye terapias anticoagulantes y antiagregantes, con la aparición de nuevos fármacos con resultados prometedores. También se plantean terapias trombolíticas que eliminen los trombos, aunque no se recomiendan. La prevención es preferible debido al mal pronóstico, pero identificar a los animales en riesgo resulta complicado.