Zoofarmacia, geofarmacia y criptopaleontología en el incunable "Hortus sanitatis" y su comparación con las obras de historia natural

Carrasco Fernández, Joaquín
Liñan Guijarro, Eladio (dir.)

Universidad de Zaragoza, 2013


Resumen: INTRODUCCION Desde los primeros tiempos, el hombre ha buscado en la naturaleza remedios que paliaran sus dolencias y enfermedades. Empírica y casualmente debió comprobar cómo determinadas sustancias le resultaban útiles y adquirió conocimientos que fue plasmando en los distintos tratados sobre plantas, animales, minerales y rocas que nos han llegado desde el siglo XV a.C. recogidos en los papiros egipcios, como el de Ebers. El primer tratado exclusivo sobre naturaleza o también llamado de Historia Natural puede considerarse el de Teofrasto del s. III a. C. A partir de éste, ya se tiene constancia de que estos tratados se fueron diferenciando según la materia de la que tratasen en: Herbarios, Animalarios y Lapidarios (incluso dentro de los animales se distinguían tratados de peces, de aves, etc). Ya en el siglo I aparecerían las obras de Plinio y Dioscórides (primera enciclopedia con carácter farmacológico donde ya se dedica un capítulo específico a cada elemento y sus propiedades) que tanta repercusión tuvieron en los autores posteriores, no en vano, la Materia médica fue una obra de tenencia obligada en las boticas hasta el siglo XVIII. En la España visigótica aparece otra obra importante, se trata de las ¿Etimologías¿ de Isidoro, y tras ella, la traducción del caldeo del lapidario de Alfonso X. Posteriormente surgiría un amplio elenco de autores árabes y andalusíes con aportaciones fundamentales en la preparación de formulaciones y remedios complejos. Ya en los siglos XII y XIII, surge en Europa un destacado grupo de autores de obras de Historia Natural como, Arnaldo de Saxo, Alberto Magno, Tomás de Cantimpré y Bartolomé Ánglico, para culminar el s. XV con la enciclopedia Pandecta y finalmente el Hortus sanitatis. Tradicionalmente los tratados sobre plantas han sido considerados como obras con descripciones y remedios rigurosos, no ha sido así, en cambio, con las obras dedicadas a animales y piedras, a las que se les ha atribuido un fuerte carácter esotérico y han sido insuficientemente estudiadas en las diferentes parcelas científicas del saber. No parece lógico pensar que, en un mismo autor, las descripciones y los remedios obtenidos de plantas sean rigurosos y los procedentes de animales y piedras sean mágicos. Así pues, esta tesis surge con la intención de descubrir numerosos elementos naturales en los libros de Historia Natural a través de sus descripciones y su empleo como remedios terapéuticos, justificar farmacológicamente estos remedios y evaluar su permanencia en el tiempo. DESARROLLO TEÓRICO Para llevar a cabo este trabajo, se decidió seleccionar un texto enciclopédico de carácter fundamentalmente farmacológico, cronológicamente ubicado entre la Edad Media y el Renacimiento, escrito en latín, por ser ésta la lengua culta, que recopilara el mayor número posible de autores anteriores y cuyo estudio resultara innovador. La obra Hortus sanitatis cumple con todos esto requisitos y por eso se selecciona. Pero para el estudio de esta obra, primeramente era necesario traducir la parte dedicada a las piedras, puesto que ésta nunca había sido traducida al español. Consiguiendo, así, la única traducción a una lengua moderna desde la versión de 1539 del francés antiguo. Se hace la comparación del texto del Hortus sanitatis con el de las obras de referencia citadas en él, previa identificación de éstas y de sus autores. Así mismo se identifica fehacientemente el autor del Hortus sanitatis, considerada hasta ahora como una obra anónima o al menos apócrifa. Se estudian los remedios en los diferentes autores y se interpretan los ¿modi operandi¿ de las preparaciones, con el fin de identificar el compuesto farmacológicamente activo que se persigue; se trata de buscar una explicación a los procesos físico-químicos que se les aplica a las diferentes sustancias para posteriormente justificar de forma científica y razonada su empleo. Finalmente, se comparan con los usos recogidos en las farmacopeas modernas y se evalúa su pervivencia. El cuerpo de la tesis se divide en tres bloques: el primero dedicado al estudio e identificación de los animales y de los remedios procedentes de éstos y su evolución a lo largo de los siglos, lo que definimos como Zoofarmacia. Un segundo apartado centrado en los compuestos minerales, sus usos terapéuticos y la evolución de su empleo en el tiempo, estudio éste definido como Geofarmacia. Y finalmente, un tercer capítulo enfocado al estudio de la criptopaleontología, analizada desde un prisma farmacológico que nos permita identificar los fósiles a través de sus descripciones crípticas y de sus empleos terapéuticos. CONCLUSIONES Hortus sanitatis es un compendio de remedios, que incluye a los autores más relevantes desde el siglo III a.C. hasta finales del S XV. Es pues, uno de los trabajos recopilatorios de historia natural y terapéutica más completos desde Plinio y seguramente el más relevante de toda la Edad Media. La constatación aquí hecha de que la mayoría de los remedios descritos, corresponden a los autores a los que se les atribuyen, infiere que, durante al menos los primeros quince siglos de nuestra era, la farmacología se fue transmitiendo de una forma casi inalterada (salvo en el periodo de la compleja farmacia árabe). El Hortus sanitatis de Johannes de Cuba fue la primera y única obra incunable que abarcó los ámbitos del saber en las Ciencias Naturales, la Medicina y la Farmacia, constituyendo desde este momento, una clásica y obligada fuente para el estudio y la mejor comprensión de la Historia de estas disciplinas en el futuro. El autor del Hortus sanitatis fue Johannes de Cuba, como prueban las diversas razones históricas aquí aportadas y las referencias geográficas que hace el autor de los lugares donde recolectaba algunas de las piedras descritas en la obra. Los remedios atribuidos a los autores más antiguos que se citan, fueron recopilados a su vez de fuentes anteriores a ellos, hecho que se constata con las múltiples coincidencias que aparecen entre las preparaciones y los usos propuestos por Plinio y Dioscórides, que siendo éstos, autores coetáneos de distintas zonas geográficas, describen remedios y preparaciones iguales. El estudio comparado de los remedios atribuidos a 41 animales, 33 minerales y rocas y 18 fósiles, contenidos en el Hortus sanitatis, ha permitido comprobar, que tienen, en muchos casos, usos terapéuticos similares o coincidentes. Esto es debido a que la composición química de muchas de estas partes de animales, elemento geológicos y paleontológicos, es común; lo que justifica el hecho de que su uso no fuera casual o esotérico, sino que responde a una explicación científica que aunque en el siglo I no había posibilidad de probar, hoy sí estamos en condiciones de hacerlo y se ha podido realizar un número significativo de casos. Se justifica científicamente el uso de muchas sustancias en el ámbito de la terapéutica. En los animales: diversas sales y óxidos cálcicos, cantaridina, castóreo, quitosano y quitina, queratina, colágeno y gelatina, yodo, sales sódicas y potásicas de bromo. En las piedras: carbonato y bicarbonato sódico, cálcico y magnésico, filosilicatos, alumbre, oxalatos, hidróxidos sódico y potásico, borato sódico, sílice, azufre, sulfatos de calcio, zinc, cobre y hierro, antimonio, arsénico y sus sulfuros, oro, óxido de calcio, hierro y aluminio, acetato de cobre. En los fósiles: sales cálcicas, carbón, hidrocarburos, ácido succínico. Para otros elementos, sólo se pueden establecer hipótesis explicativas, debido al desconocimiento de sus composiciones o a la ambigüedad de los usos propuestos. Muchas de estas sustancias han perdurado en la farmacopea actual desde hace más de 2.000 años con similares aplicaciones. De algunas, se conserva su empleo como remedio histórico, posteriormente en desuso por su coste, por su toxicidad, por sus connotaciones esotéricas, o simplemente por su sustitución por sustancias más eficaces. Otras sustancias empleadas en la antigüedad, se siguieron utilizando incluso hasta el siglo XX pero con otros fines curativos. Entre los remedios de carácter mágico, distinguimos los atribuidos al principio simpático (escorpión, piedra del corazón del ciervo, alabandina). Y otros que se empleaban como talismanes (caballito de mar, hipopótamo, glossopetra, bezohar, coral, piedra del águila). Sólo el empleo de unos pocos, como el azabache y otros fósiles químicos como el ámbar, que fueron usados empíricamente durante más de dos milenios, tienen una base científica en farmacología y sobreviven en la farmacopea actual. Para los remedios de los fósiles carbonatados (equinodermos y moluscos) se plantean hipótesis científicas que justificarían ciertos usos. Finalmente, el estudio criptopaleontológico realizado sobre los diversos lapidarios y tratados de Historia Natural existentes desde el siglo III a.C. hasta la aparición del Hortus sanitatis en el siglo XV incluido, permite demostrar que estas obras han de ser consideradas como auténticos tratados de paleontología, que aunque escritos de forma críptica representan los primeros y más antiguos conocidos, rellenando así la laguna existente entre los datos arqueológicos y los primeros tratados clásicos impresos con figuraciones de fósiles en el siglo XVI; laguna en la que sólo existían esporádicas referencias al hallazgo de fósiles.

Pal. clave: historia de la farmacia ; historia de la ciencia ; paleontología ; farmacología ; "hortus sanitatis"

Área de conocimiento: Paleontología

Departamento: Ciencias de la Tierra

Nota: Presentado: 28 06 2013
Nota: Tesis-Univ. Zaragoza, Ciencias de la Tierra, 2013

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 Registro creado el 2014-11-20, última modificación el 2019-02-19


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