Resumen: El término “tortícolis” proviene del latín (tortus collum), cuyo significado es “cuello torcido”. Cuando esta deformidad postural del cuello es evidente en el nacimiento o poco después del mismo, se denomina tortícolis congénita. Esta patología consiste en un acortamiento unilateral del músculo esternocleidomastoideo que provoca la flexión persistente de la cabeza de forma homolateral a la lesión y una consecuente rotación cervical en el lado opuesto. Por este motivo, también es conocida como “tortícolis muscular congénita”. Generalmente, el cuadro se presenta después del nacimiento, durante los 2-3 meses de vida del lactante, o en el periodo neonatal. En la mayoría de las ocasiones, se presenta de forma aislada, aunque puede asociarse con otras patologías como la displasia congénita de cadera hasta en un 20%. La tasa de incidencia mundial varía entre el 0,3% y el 1,9%, siendo, a pesar de esas bajas cifras, la tercera patología ortopédica congénita más frecuente, por detrás de la displasia congénita de cadera y el pie plano valgo. El diagnóstico es fundamentalmente clínico y muchas veces un hallazgo incidental en el curso de un examen físico realizado en la revisión del pediatra o por mero descubrimiento de los padres, que observan una inclinación anormal de la cabeza del niño, la cual se acompaña en ocasiones por una asimetría facial característica. Habitualmente el manejo terapéutico es conservador, mediante técnicas de rehabilitación y fisioterapia, con un porcentaje de resolución de hasta el 90% por lo que en muy pocos casos es necesario el abordaje quirúrgico.