Abstract: Tradicionalmente la mujer romana no encontró su lugar en la vida pública del Imperio, y de haber tenido un papel relevante, no se le hubiese reconocido. Lejos de esa invisibilidad y marginación intencionada, las princesas sirias, emperatrices de la dinastía de los Severos, fueron en la sombra las verdaderas protagonistas de esta monarquía militar. Promotoras de diversos procesos sociales, económicos, políticos y culturales del momento, Julia Domna, Julia Mesa, Julia Soemias y Julia Mamea, formaron parte de un programa propagandístico en el que personificaban la idea de legitimidad y continuidad dinástica. Un gobierno sostenido por las tropas imperiales, una unión simbiótica entre dinastía y ejército de la que la emperatriz, Mater Castrorum, era el paradigma. Son los títulos imperiales que recibieron del emperador, los que sin lugar a dudas reconocían su autoridad en la esfera civil, política y militar del Estado. Un tiempo histórico sin precedentes en Occidente; momento en el que estas mujeres de origen sirio, percibieron los honores reservados en exclusiva hasta entonces para los varones.