Abstract: Después de la Guerra de los Treinta Años España había quedado agotada y en un proceso de clara decadencia reforzado por la llegada al trono del débil Carlos II. Las potencias europeas trataron de aprovechar dicho declive para hacerse con su vasto imperio europeo y ultramarino, en especial Francia y Austria, que aspiraron a extender sus fronteras e incluso reivindicaron sus derechos a la Corona española ya que el monarca español no estaba en capacidad de tener herederos. Tanto Inglaterra como Holanda procuraron por medio de una tupida red de alianzas poner freno a estas ambiciones del emperador y sobre todo de Luis XIV y así preservar el equilibrio europeo nacido en la Paz de Westfalia. España también procuró establecer pactos de mutuo acuerdo con las distintas fuerzas europeas en aras de mantener la integridad de su monarquía, objetivo que al final se vio frustrado con el Tratado de Utrecht, que fue el último acuerdo de reparto de las posesiones españolas entre las potencias europeas.