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000056351 24500 $$aLa figura y patrocinio artístico del Inquisidor y Arzobispo de Zaragoza Andrés Santos (1529-1585)$$bVínculos y conexiones culturales en los territorios peninsulares en el siglo XVI
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000056351 520__ $$aParafraseando a uno de nuestros clásicos de la literatura universal, el celebérrimo Miguel de Cervantes, “Cada uno es hijo de sus obras (El Quijote I. 4 y I. 47)”, y son estas obras las que constituyen la materialización del legado imperecedero de los personajes ilustres, cuya memoria se perpetúa en el patrimonio de nuestro pasado, presente y futuro. Y no hay mejor reflejo de las prioridades de un individuo que las empresas artísticas que impulsó y el patrimonio suntuario que adquirió conforme a su dignidad. Nuestro interés iba dirigido a investigar la huella de los fenómenos culturales ligados al mecenazgo y su reflejo en las artes surgidos en la segunda mitad del siglo XVI en el territorio peninsular a partir de la figura y patrocinio del inquisidor y arzobispo de Zaragoza Andrés Santos (1529-1585), una personalidad ligada a la política de Felipe II, propietario de una valiosa colección de tapices e impulsor de diversas empresas artísticas en los Reinos de Castilla y Aragón.   Hemos recopilado numerosos documentos inéditos de diversos archivos nacionales y que han dado como fruto una completa investigación sobre las circunstancias y necesidades que envolvieron la vida, política, legado cultural, así como la adquisición y financiación del patrimonio artístico legado por Andrés Santos a la posteridad. De orígenes familiares humildes, su vertiginosa carrera profesional le llevó a ejercer como fiscal de Felipe II en la Real Audiencia y Chancillería de Valladolid, y como inquisidor en varias sedes del Santo Oficio peninsular, dos de las instituciones más importantes del Antiguo Régimen. Sus esfuerzos y concienzuda carrera al servicio de la Inquisición, le llevaron a ser destinado a la capital cesaraugustana, una de las más problemáticas de sus Reinos, para que ejerciese como Inquisidor General del Reino de Aragón en 1575, en primera instancia, ya previendo su ascenso como primer obispo de la recién creada diócesis de Teruel en 1578 y ulterior nombramiento como arzobispo de Zaragoza en 1579. Como prelado de la metropolitana de Zaragoza, ejerció un férreo control de la política eclesiástica con la imposición de los presupuestos derivados del Concilio tridentino. Esta privilegiada posición propiciada por Felipe II como gobernante del brazo eclesiástico cesaraugustano, le llevó a estar imbuido en la problemática situación de Aragón, sirviendo como informador y a participar en la política secular del monarca como parte activa del entramado de “Hombres del Rey” situados en dignidades privilegiadas.  El estudio de su testamento y ejecuciones derivadas de sus últimas voluntades, nos han permitido dilucidar el origen de los préstamos económicos que le permitieron sufragar todos los gastos derivados de su ejercicio como arzobispo, desde el pago de su “Derecho de Capa” hasta la compra de objetos suntuarios y financiación de empresas artísticas. Estos préstamos sumaron una cuantiosa deuda que sus ejecutores testamentarios tuvieron que saldar a través de la venta de sus bienes y las dotaciones económicas generadas por sus rentas.  Por otro lado, en su testamento también queda patente el interés de Andrés Santos en sufragar las carreras eclesiásticas de sus sobrinos, generando el origen de la  saga episcopal de los “Santos de San Pedro” que se perpetuó hasta el siglo XVIII.  Este detallado estudio de la biografía del prelado, la mayor parte de ella inédita, nos ha permitido adentrarnos en su pensamiento del arzobispo y en su corazón, en el sentimiento que siempre le unió a su localidad natal, Quintanadíez de la Vega. Un amor por su tierra reflejado en su testamento, con la cesión de gran parte de sus posesiones en herencia a la pequeña localidad palentina, donde deseó gozar del descanso eterno, y para cuya iglesia parroquial sufragó la construcción arquitectónica de la cabecera, crucero y sacristía, al encargo del retablo mayor y la ejecución de su sepulcro pétreo, a lo que se suma la donación de sus ornamentos litúrgicos, establecida en sus últimas voluntades. Andrés Santos poseyó una colección de tapicerías bruselesas formada por los dos tapices heráldicos con las armas del Duque de Calabria, y las series de dedicadas a los Meses y a la Historia de Moisés - que actualmente forman parte de la colección de tapices de La Seo de Zaragoza - así como los desaparecidos paños llamados “de Aviego”.  Gracias a la documentación inédita hallada, hemos podido determinar el momento exacto de la adquisición de dichas piezas por el prelado, su ulterior paso a la colección catedralicia y el servicio de sus tapicerías dentro de La Seo de Zaragoza hasta la contemporaneidad. Respecto a las empresas artísticas financiadas para engrandecer el patrimonio de la archidiócesis y perpetuar su memoria como gobernante de la metropolitana de Zaragoza en el devenir histórico, Andrés Santos realizó tres intervenciones el palacio arzobispal: el ennoblecimiento del jardín, la readecuación y decoración de pintura mural de estancias en la planta noble y el construcción de un pasadizo de acceso a la catedral. Todas estas reformas están vinculadas a la visita Real de 1585, con motivo de la boda de la hija de Felipe II, Catalina Micaela, y por tanto, también guardan relación con el estrecho servicio del prelado a la Monarquía. Dentro de su interés en perpetuar su memoria como prelado de la archidiócesis cesaraugustana, decidió continuar la magna obra del Trascoro de La Seo, una construcción con una dilatada historia que hasta el momento sólo  había sido parcialmente estudiada, y contaba con grandes lagunas en su conocimiento, y que paliamos en este estudio multidisciplinar en el que se aúna la investigación histórico-política, social, cultural, filosófica y artística de la segundo mitad del siglo XVI en España.
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000056351 700__ $$aMorte García, Carmen$$edir.
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