Resumen: La domesticación del perro a partir del lobo ha supuesto una serie de importantes cambios morfológicos, fisiológicos y conductuales. La conducta de alimentación del perro ha sido especialmente influenciada por este proceso. Así, a diferencia del lobo, que es carnívoro, el perro es una especie omnívora, siendo su conducta alimentaria muy flexible. En cada individuo, dicha conducta puede verse modificada por diversos factores, relacionados con el propio alimento, como la palatabilidad o la digestibilidad, y otros dependientes del propio animal, como serían los sentidos, las experiencias previas o la facilitación social. Es importante entender los mecanismos de control internos que rigen la conducta alimentaria mediante los centros nerviosos y los neurotransmisores. En ocasiones, la conducta alimentaria sufre alteraciones, que pueden deberse a un problema orgánico, estrés, entorno inadecuado para el animal... Entre estas alteraciones, destacan la pica, la anorexia y la obesidad. La relación entre la alimentación y la conducta social en el perro se ha estudiado poco, especialmente respecto a como pueden influenciarse negativamente entre ellas, con lo que un problema alimentario puede desencadenar en un problema de comportamiento y viceversa.