Resumen: Los distintos aspectos de la ofensa al emperador (la injuria personal, la traición y el sacrilegio) estaban presentes desde época de Augusto, pero algunos de ellos fueron acentuados en determinados momentos en virtud de las circunstancias políticas y de la evolución ideológica del principado. El propio Augusto no consideraba que fuera un crimen insultar al príncipe, pero su sucesor, Tiberio, lo incluyó entre los supuestos de lesa majestad. La jurisprudencia severiana y las leyes teodosianas acabaron definiéndolo como un delito religioso. Idioma: Español Año: 2016 Publicado en: Clío & Crimen 13 (2016), 11-30 ISSN: 1698-4374 Originalmente disponible en: Texto completo de la revista