Resumen: Históricamente la relación madre-lactante ha proporcionado protección, calor, estimulación social y nutrición al lactante. Sin embargo, el manejo médico asistencial perinatal moderno ha impuesto un patrón de separación temprana de madre y recién nacido. Con el desarrollo de la incubadora (Tarnier, 1880) se observó que unas cuantas madres que no habían cuidado de sus hijos perdieron el interés por ellos. Además la tasa de abandono en países como Tailandia, Rusia, Filipinas o Costa Rica disminuyó con la introducción del contacto precoz. A partir de entonces se planteó la hipótesis de si afectaba esta separación madre-RN a los cuidados posteriores. Durante el periodo sensitivo (dos primeras horas después del nacimiento), hay una descarga de noradrenalina que facilita el reconocimiento temprano del olor materno muy importante para establecer el vínculo y la adaptación al ambiente postnatal. Es por ello que hay que promover el contacto precoz madre-RN. Los beneficios de esta práctica en los RN a término sanos son una mayor frecuencia y duración de la lactancia materna, disminución del tiempo de llanto, estabilidad cardiorrespiratoria, normalización temprana de la glucemia, equilibrio ácido-base y termorregulación entre otros. En cuanto beneficios para la madre menos dolor por ingurgitación mamaria, menor grado de ansiedad, disminución del tamaño uterino por secreción de oxitocina, disminuyendo el riesgo de hemorragias. Además hay un gran componente psicológico. Los indicadores son el número de maternidades que incluyen en su protocolo de atención al parto con recomendaciones de contacto precoz piel con piel.