Resumen: La casa, entendida como un conjunto de estancias, nos abre la posibilidad de definir su habitar como la manera de unir y anudar dichas estancias. La forma de anudamiento de la habitación no ha permanecido estable en el tiempo y tampoco la manera de habitar la casa. La primera gran casa europea, la domus romana, anudó aquellas estancias en una continuidad abierta al cielo. Dicho continuo hacía de la casa una patria doméstica inalterable y monolítica, que unía a hombres y dioses y que se creyó eterna. Tras las dos guerras mundiales que acabaron con la eternidad de la ciudad europea, una América triunfante transformó el anudamiento doméstico romano en una yuxtaposición de habitaciones que Louis Kahn apega a la tierra en la casa Adler. La casa se constituye como una continuidad fragmentada de estancias, cuyo recorrer se propone como el nuevo edén doméstico de hombres y máquinas. Con la inauguración de un nuevo milenio, Oriente nos descubre un anudamiento de contigüidad que Ryue Nishizawa despliega en la casa Moriyama. Habitar significa ahora transitar entre habitaciones, que suman al lugar como nueva habitación. La casa se convierte en un espacio de inmediación del hombre y su naturaleza, transformando el calendario doméstico en una cíclica temporalidad. El hombre se descubre, entonces, como artista y constructor de nuevas constelaciones domésticas, que hacen de la ciudad un nuevo cosmos a la espera de ser habitado. El objetivo de este relato doméstico, que salta de Europa a América y acaba en Asia, será identificar las diferentes formas de habitar y con ellas definir las diferentes ciudades que emergen de estas tres formas de anudamiento doméstico.
The house, considered as a set of rooms, opens up the possibility of defining its habitation based on how those rooms are joined and knotted together. The way of knotting has not remained stable over time, nor has the mode of habitation. The first great European house, the Roman domus, knotted those rooms in unbroken continuity, open to the sky in the middle. This continuity made the house an unchangeable domestic abode, that united men with the gods in a way that was considered eternal. After two world wars, the eternal European city no longer existed, and a triumphant America transformed the domestic Roman knot into a juxtaposition of rooms that Louis Kahn moved closer to the ground in the Adler House. The house became a fragmented continuity of rooms whose route becomes an Eden for domestic appliances and its occupants. And then, at the beginning of this millennium, contemporary Eastern architecture introduced a new knot by contiguity that Ryue Nishizawa carried out in the Moriyama House. Occupying this abode results in flow between the rooms, adding movement as a new room. The house, as a consequence, is transformed into a place of immediacy of rooms and nature, opening the household’s calendar to cyclical time, in tune with that nature. The goal of this domestic story, which jumps from Europe to America and ends in Asia, will be to identify the different ways of inhabiting and with them to define the different cities that emerge from these three ways of domestic knotting. Idioma: Español DOI: 10.4013/arq.2019.151.10 Año: 2019 Publicado en: Arquiteturarevista 15, 1 (2019), 179-192 ISSN: 1808-5741 Factor impacto SCIMAGO: 0.127 - Architecture (Q3)