Resumen: Hablar de locura y encierro en la Edad Contemporánea, bien en Zaragoza, bien en el espacio desarrollado occidental, implica necesariamente hablar de márgenes. La locura, al contrario de sus consideraciones previas, con el desarrollo del sistema capitalista se vincula directamente con la miseria. Así pues, lo espacios de internamiento y tratamiento de la locura, a los que Goffman denominó “Institución total” quedaron como lugares de reclusión de aquellos que no fueron capaces de adecuarse a las necesidades de la naciente sociedad industrial. Así pues, “sin ser todos los que están, ni estar todos los que son”, en ese ordenamiento y racionalización del Estado contemporáneo, la locura y su encierro, se erige como una herramienta de las clases dominantes en ese proyecto homogeneizador y de mantenimiento del orden preciso para incrementar sus beneficios en una sociedad donde todo se compra y se vende.