Resumen: La crítica más generalizada sobre la institución pública educativa versa sobre la idea de la falta de formación por parte del profesorado para el logro de una transmisión de los conocimientos en las materias que logre fomentar la motivación en el proceso de aprendizaje del alumnado. La pedagogía toma posición ante la problemática, proclamándose “ciencia” instructora a través de metodologías innovadoras que el profesorado debe aprender al margen de los contenidos y el conocimiento. El establecimiento de estas metodologías como el objetivo educativo primario, relegando al conocimiento a ocupar un lugar secundario, esconde una perversa ideologización fundada en la severa reducción del contenido (conocimiento) y las consecuencias que de ello puedan derivar. Estas metodologías se establecen e instauran con apariencia progresista, la cual oculta el sustento y el mantenimiento de las exigencias y necesidades de producción empresarial y capitalista. De esta falta de herramientas y recursos de conocimiento surge la necesidad de formar subjetividades conscientes, capaces de constituir un criterio propio y una mirada crítica hacia el mundo. La formación de ciudadanía crítica y responsable exige romper con la dinámica pedagógica para incidir y apostar por un encuentro entre instrucción metodológica y transmisión de conocimiento. Vemos en la asignatura de filosofía y su carácter tremendamente reflexivo, una posibilidad de emancipación y resistencia por medio del fomento de la capacidad de pensamiento y crítica.