Resumen: La Guerra contra la Convención (1793-1795) englobo cuestiones de fondo; su impacto manifestó el inicio de la transformación de la sociedad, acentuando los factores de crisis y sembrando la semilla de un nuevo modelo de sociedad. Así pues, el marco de la guerra contempló dos campos de batalla: por un lado, las ideas y por otro, la movilización. De esta manera, el conflicto bélico se presentó como una guerra popular, en donde la propia monarquía española, a falta de recursos, se dotó de los instrumentos necesarios para recaudar fondos y voluntarios. Este apoyo social se plasmó en la prensa de la época en forma de donaciones para sufragar los gastos de guerra y listas de voluntarios dispuestos a hacer frente a los revolucionarios franceses. En este sentido, las donaciones plasmaron nuevas formas de participación política, presentando a su vez las relaciones entre la sociedad y el poder. De esta forma, la monarquía española tuvo que reforzar el componente identitario que le vinculaba a los territorios sobre los que ejercía su soberanía; un patriotismo monárquico, o bien reaccionario, que invadirá la vida pública del siglo XIX, mutando y escindiéndose en formas diversas, desencadenando una lucha interna en la sociedad española de particular hondura y persistencia. Por consiguiente, la Guerra contra la Convención manifestó una imagen de la autorrepresentación de la España del siglo XVIII; dando lugar a relaciones de poder modernas en su forma, aunque no todavía en su contenido.