Resumen: El setecientos español, tal vez el menos estudiado de la historia literaria, es el umbral de la modernidad. Fue precisamente en esta época donde se configuró un canon literario todavía vigente, se evidenció la superioridad de la ciencia empírica sobre el sistema acrítico y autoritario del escolasticismo, se fijaron las bases de las modernas constituciones democráticas, se elaboró una Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, y se sentaron las bases razonables de una ética y una estética de las que se nutrieron la mejor literatura española y las mejores formulaciones del pensamiento. Pese a la dureza de la censura, a la oposición de las instituciones reaccionarias y del amenazador Santo Oficio, ninguno de estos logros fue ajeno a los espíritus españoles. Sólo el estudio sistemático y crítico de la literatura del periodo ilustrado está revelando lo que hasta entonces se negaba: que entre los escritores españoles hay auténticos filósofos que, pese a las amenazas del ambiente, fueron capaces de dejar páginas llenas de espíritu de libertad, de denuncia y de propuestas útiles para organizar en España un futuro acorde con los ritmos de la nueva ciencia, de la modernidad y del espíritu de tolerancia que se iba abriendo camino.