Resumen: Desde mediados del siglo XX, se ha venido ejerciendo en la ciudad de Albarracín una labor ejemplar de rehabilitación de su patrimonio histórico. Edificios, espacios urbanos, arte mueble y patrimonio cultural en general se han visto beneficiados por la aplicación de planes de protección y conservación que han mantenido la valiosa homogeneidad del conjunto. Sin embargo, no ha exisitido un criterio claro de gestión de los elementos naturales que acompañan a dicho patrimonio a pesar del protagonismo que han ido adquiriendo en la escena urbana. Basándonos en factores medioambientales, históricos y urbanísticos se ha trazado una propuesta que busca incorporar a las estrategias de rehabilitación y conservación del patrimonio unas pautas claras para el tratamiento vegetal de los espacios libres, de manera que formen un todo coherente con él. Al igual que viene ocurriendo con la edificación, se propone establecer como preceptivas, actitudes que han sido naturales hasta hace pocos años, devolviendo a los espacios libres de Albarracín una coherencia necesaria con su trayectoria histórica. Así, se entiende el casco urbano como un reducto artificial protector donde lo natural está fuertemente condicionado por lo cultural, se promueven los espacios de ribera como corredores de biodiversidad y potencial zona de huerta, y se tratan las encrespadas laderas perimetrales como reflejos amables de la poderosa sierra circundante.