Resumen: Los poemas recogidos en Poeta en Nueva York fueron escritos por Federico García Lorca en América entre 1929 y 1930. A su escritura y posterior publicación dedicó el poeta mayor atención que a ninguna otra obra anterior. Él era consciente del tipo de texto que quería crear, un collage formado por los poemas, epígrafes, fotografías, fotomontajes y dibujos que había realizado durante su estancia en la ciudad. “También empiezo a escribir, y creo que cosas que valen la pena (...). Me interesa mucho Nueva York y creo que podré dar una nueva nota, no solo en la poesía española sino en la que gira alrededor de estos motivos”2. Conocedor de la dificultad que su poemario entrañaba, escribió una conferencia recital con la que lo explicaba al público al tiempo que recitaba fragmentos de él. Poeta en Nueva York, como el mismo Lorca señala, es un libro de viajes en el que el autor muestra una visión de la ciudad americana que no difiere de las ofrecidas por la literatura y el cine de la época; novelas como Manhattan Transfer de John Dos Passos, La ciudad automática de Julio Cambia, Diario de un poeta recién casado de Juan Ramón Jiménez, Metrópoli de Fritz Lang…, todas ellas, manifiestan el interés que despertó la gran urbe como tema artístico desde un punto de vista ‘negativo’. Lorca hace de su percepción de la ciudad y su arquitectura, “óxido, fermento, tierra estremecida”, “Desfiladeros de cal (...)”, “(...) tumulto de ventanas” un símbolo de la alienación del ser humano; denuncia en sus versos la situación de explotación que sufren los habitantes de la metrópoli a manos del capitalismo, por eso él se ofrece “a ser comido por las vacas estrujadas”, por eso grita: “No, no; yo denuncio”. Como él mismo expresa en su conferencia, su obra no pretende ser una guía ‘superficial’ de Nueva York, no pretende escribir un libro de viajes al uso, sino la “reacción lírica, con toda sinceridad y sensatez” ante su urbanismo. Los dos elementos que Lorca captó de la ciudad fueron “arquitectura extrahumana y ritmo furioso. Geometría y angustia”. La impresión que generó Nueva York en él fue la de un mundo sin raíces, sin esperanza, que odia al ser humano que la habita y lo esclaviza. A continuación, se pretende explorar la relación que se establece entre las palabras llenas de sufrimiento del autor y las aristas de la ciudad. Para ello, en primer lugar se presenta al poeta y el entorno en el que vive antes de ‘huir’ a la gran urbe; a continuación se ofrece un collage con las impresiones de la ciudad que otros intelectuales del momento ofrecen en sus obras; en el siguiente apartado se pretende demostrar la relevancia del paseo para la obra de un Lorca flâneur; y, finalmente, se expone un análisis de algunos de los poemas que ejemplifican la tesis, esto es, que la arquitectura de Nueva York, sus “torres”, es generadora de una fuerte angustia en el poeta.