Resumen: La visión de los tiranos en la Antigüedad, y en especial en el caso romano, queda presidida por una dicotomía evidente entre las fuentes clásicas y la historiografía moderna. Puede que uno de los personajes que ejemplifique a la perfección tal situación sea Lucio Aurelio Cómodo (161-192 d.C). Un emperador que llegó al poder sustentado en la herencia dinástica y que rápidamente se ganó la hostilidad de las élites aristocráticas. Para intentar sostener su figura, en su reinado se observan distintos métodos de control del poder. La herencia dinástica queda unida a una evidente delegación de poderes y, en sus últimos años ya completamente solo al frente del gobierno, en una representación basada en los juegos gladiatorios y la auto-heroización. Son estas las tres caras del poder durante el reinado de Cómodo, que le ayudaron a construir su figura ante los diferentes sectores de la sociedad romana. El éxito o fracaso ante cada uno de ellos resulta, al final, en la dualidad de interpretaciones característica en torno al personaje, y que representa el paradigma de la oposición entre fuentes clásicas e historiografía moderna en la que se buscará incidir.