Abstract: El espacio también ejerce una influencia significativa en el aprendizaje y ha sido objeto de diferentes consideraciones en la historia de la educación denominándose como: “ambiente”, “tercer maestro”, “rincones”. En el contexto de la educación artística, el espacio físico del aula convencional o cualquier entorno donde se desarrollen experiencias arteducadoras es considerado como un elemento fundamental para el diseño e implementación de actividades situadas. La instalación artística en su contacto con la educación ha pasado de ser un género artístico contemporáneo a un método específico para enseñar y aprender en educación artística. La instalación, como método arteducador está arraigada en las particularidades del pensamiento y conocimiento artístico y la forma en la que el arte trabaja tanto con elementos de lo real (el espacio, los objetos, los materiales, los contextos, las acciones) como con representaciones, simbolizaciones y metáforas. Los educadores artísticos y las educadoras artísticas han trabajado con instalaciones en las diferentes etapas educativas, utilizándolas en base a planteamientos diversos: por su “función simbólica vinculada al juego”, por ser “arte instalado”, por favorecer la “cognición situada”, por producirse en un “modelo dialógico” o por poner en práctica una “pedagogía relacional”. La instalación artística hace suyos espacios singulares, por su valor para aportar un ambiente único de aprendizaje. Cada instalación gira en torno a un tema concreto, una idea propia, una situación particular ideada para enseñar y aprender, para que ocurran experiencias artísticas en las que lo procesual, lo cognitivo y afectivo se enlazan en torno a acciones e interacciones generadas en un espacio determinado concebido para vivenciar, experimentar, explorar. Cada instalación arteducadora propone, idea y sensibiliza una experiencia de aprendizaje diferente.