Resumen: La frecuencia de alteraciones del sueño en la infancia es alta. Se estima que entre un 25 % y un 40% de los niños pueden presentar algún tipo de trastorno del sueño en algún momento de la infancia y/o adolescencia. Existe evidencia científica de que la alteración crónica del descanso nocturno afecta tanto al área social y emocional como al rendimiento cognitivo global y escolar del niño, disminuyendo su calidad de vida y la de sus familias. El insomnio infantil por hábitos incorrectos (IIHI) es el trastorno de sueño infantil más frecuente. Su prevalencia se estima entre el 20% y el 30% de la población pediátrica de 6m a 5 años. El único tratamiento que ha demostrado eficacia es la reeducación de los hábitos de sueño. Existen escasos estudios sobre prevalencia de trastornos del sueño en la infancia y adolescencia, tanto en España como a nivel global. La definición de trastorno del sueño en la infancia es difícil dado que frecuentemente existen patrones de sueño insatisfactorios para los padres o para el niño (problema de sueño) y no tienen por qué precisar tratamiento. El objetivo principal de este trabajo es describir los hábitos de sueño en población infantil preescolar sana compuesta por niños de 3 a 4 años. Se plantea un estudio epidemiológico observacional, descriptivo y transversal en el que tomamos como población diana todos los niños de Logroño escolarizados de 3 y 4 años (por tanto nacidos en 2011) que cursen primero de educación infantil durante el curso escolar 2014/2015. El total lo forman 1610 niños. El único criterio de exclusión es la no colaboración por parte del colegio. En total se entregaron 1226 cuestionarios y se recogieron 773 válidos. Se entregó un cuestionario de sueño basado en la escala BEARS para niños de 2-5 años y adaptado a contestar mediante opciones y casillas, al que añadimos datos demográficos y preguntas sobre tiempo que dedican los niños a hábitos deportivos, juego al aire libre y horas de uso de pantallas (ordenadores, tablets, móviles o televisión). Todos los parámetros y cálculos estadísticos se calcularon con el programa STATA 13.0 (Statacorp LP. Texas, USA). Las técnicas estadísticas que se utilizaron se eligieron en virtud del número de variables a comparar y de la escala de medida de las variables. La asociación entre proporciones y las diferentes variables explicativas se analizaron mediante la prueba chi-cuadrado y en el caso de frecuencias bajas (n<5) mediante el test exacto de Fisher. Para el estudio de tendencia lineal entre variables se utilizó la prueba de tendencia lineal Mantel-Haenszel. Se realizó un análisis multivariante incluyendo como variable dependiente la existencia de un problema potencial para dormir; para ello se precisó dicotomizar las variables, y se realizó un test de regresión logística entre las variables independientes dicotomizadas y la variable dependiente (Problema de sueño potencial). En nuestra muestra las dificultades del sueño de los niños (la necesidad de ayuda para dormir, el rechazo a ir a la cama, los problemas de conciliación y la necesidad de dormir acompañados durante toda la noche) se da en el 47,22%. Un 27,1 % de los padres que señalan alguna de estas dificultades en sus hijos, no lo consideran un problema. Los despertares nocturnos son más frecuentes entre aquellos niños que tienen problemas de sueño: un 60,37% de los niños que se despiertan por la noche presentan estos problemas frente al 39,62% que no los presentan. Existe mayor frecuencia de problemas de sueño entre los niños que dormían la siesta (46,68%) con una tendencia lineal creciente (a mayor hábito de siesta mayor frecuencia de problemas), lo que explicamos como una mayor necesidad de siesta entre estos niños con problemas, que además se despiertan más frecuentemente por la noche. Los niños que durmieron acompañados de sus padres presentaron más problemas a la hora de empezar a dormir (73,03 %) que aquellos que lo hacían con sus hermanos (41,91%) o que dormían solos (44,93%). Es más frecuente (54,52%) la práctica del colecho o la cohabitación entre los niños de familias con padres extranjeros frente a las familias con padres españoles (6,67%). Se encontró una rutina de siesta habitual en algo menos de la mitad de la muestra, sin diferencias por sexo y con una disminución de este hábito conforme aumenta la edad. La mayoría de los niños de nuestro estudio mantienen una regularidad en la hora de acostarse y de levantarse, si bien existe cierta diferencia entre los días laborables y festivos o fines de semana. No se pudo demostrar el beneficio del ejercicio físico en relación a menores problemas de sueño y/o menores despertares. Se demostró una tendencia lineal decreciente entre horas de juego al aire libre y problemas de sueño: a mayor número de horas de juego, menores problemas para dormir. El uso de “ocio digital” se demostró asociado a mayores problemas de sueño, con una tendencia lineal creciente entre más horas de juego y más problemas, fundamentalmente en los que utilizaron algún tipo de pantalla durante más de dos horas al día. Se plantea la necesidad de homogeneizar estudios de sueño en niños mediante la utilización de los mismos cuestionarios a fin de poder comparar resultados. Es frecuente que no se consulten los problemas del sueño en los niños preescolares. Proponemos el uso de cuestionarios de sueño de forma rutinaria en las revisiones del niño sano. Los profesionales sanitarios en general y el pediatra de Atención Primaria en particular (en coordinación con la enfermera pediátrica) debemos ayudar a mejorar los conocimientos sobre higiene del sueño de la población y en particular de los padres. Si bien nuestro estudio, por su inherente naturaleza descriptiva y transversal no permite generalizar los datos obtenidos a la población general, sienta las bases para generar hipótesis de trabajos futuros de investigación en relación al sueño de los niños.