Abstract: El presente trabajo de investigación analiza la construcción y desarrollo de los complejos sistemas de representaciones, conductas y creencias que, a través de modelos imaginados y racionalizados, han tratado de buscar una explicación convincente ante la pérdida traumática y definitiva que supone el hecho ineludible de la muerte. El contexto cronológico del estudio se centra en el siglo XVII y se articula sobre tres ejes vertebradores: Simbolismo, religiosidad y rituales funerarios. El fenómeno religioso y sus creencias constituyeron el origen del proceso de la negación de la muerte. A partir de esta idea se elaboraron sistemas simbólicos destinados a controlar y atenuar este acontecimiento perturbador. Estos símbolos preservarán el equilibrio social y moral manteniendo la identidad entre los que los comparten actuando como medios de comunicación cultural a la vez que como instrumentos de dominación y de poder. Su manifestación externa y material estará representada por los rituales que supondrán una visión codificada de la muerte a través de las acciones y palabras de la jerarquía eclesiástica. El empleo de múltiples fuentes (registros parroquiales, testamentos, sinodales, visitas pastorales, libros racionales de misas, sufragios, censos y aniversarios, tratados de teología moral y canónica, artes de bien morir, textos sobre las postrimerías, manuales de confesores, literatura hagiográfica, ceremoniales religiosos, tratados médicos, iconografía y obras de literatura profana) pone de manifiesto que la concepción de la muerte durante la época barroca, se constituyó a partir de una amplia pluralidad de factores. Sobre una dimensión sagrada y trascendente acompañada de sustratos mágicos y paganos, se conformaron una serie de símbolos, espacios, prácticas y rituales a los que se agregaron unos componentes de carácter social tales como entidades piadosas de todo tipo, grupos profesionales, estatus económicos, solidaridades familiares y vecinales, estrategias de prestigio y de poder, convencionalismos y costumbres locales que actuaron como elementos de distorsión entre el discurso modélico que la iglesia había propuesto sobre la muerte y los intereses cotidianos de la sociedad laica. En este nivel de respuestas sociales se produjeron frecuentes conflictos y tensiones pero también equilibrios y aceptaciones consensuadas.