Resumen: La Política Exterior y de Seguridad Común y concretamente su rama en Defensa atraviesa un momento difícil. Los atentados terroristas perpetrados en Europa por grupos internacionales, el viraje de Estados Unidos con un Presidente políticamente impredecible, la amenaza de Turquía, los conflictos con Rusia o la llegada masiva de migrantes irregulares a nuestras fronteras son algunos de ellos. A finales de 2016 y principios de 2017, la Comisión propuso repensar el modelo europeo. El Presidente de la Comisión, Jean Claude Juncker ofrecía cinco posibilidades en el Libro Blanco sobre el Futuro de la Unión Europea: retroceder al mercado único; trabajar con menos políticas conjuntas pero de forma más eficiente; la doble velocidad; permanecer igual, o hacer más de forma conjunta. El tercer escenario permitiría a los Estados miembros interesados formar una coalición con la que poder avanzar en las políticas que fueran de su interés sin salir del marco de la Unión. En un principio, la organización europea en dos velocidades despertó las dudas de algunos Estados miembros; sin embargo, para finales de 2017 hay serias posibilidades de que se conforme una cooperación estructurada permanente, es decir, una segunda velocidad en materia de defensa. A su vez, la cooperación reforzada en el paraguas que la alberga, la PESC, ha sido relegada a un segundo plano dada la necesidad de acuerdo por unanimidad. En este trabajo académico trataremos de demostrar la eficacia de la cooperación reforzada y la cooperación estructurada permanente –dos herramientas contempladas en los tratados-, para mejorar la Política Exterior y de Seguridad común y la Política Común de Seguridad y Defensa, para conseguir una mayor integración. También pondremos en valor la importancia de negociar sus características para permitir la inclusión del mayor número de países posibles.