Resumen: La figura de Abderramán III resulta clave en el proceso de consolidación y construcción del poder en la Córdoba omeya de principios del siglo X. El nuevo soberano hereda de su abuelo un reino inestable, fragmentado y que parecía augurar el final de la dinastía, si bien el séptimo emir de los Omeyas cordobeses fue capaz de revertir la situación, alumbrando el periodo de mayor esplendor de la historia de al-Andalus, el califato de Córdoba. Tras largas y agotadoras campañas y respaldado por la tranquilidad de gobernar sobre un al-Andalus consolidado, pacificado y donde el control efectivo del poder por parte de los Omeyas era ya una realidad tangible, an-Nasir dedicó los últimos años de su vida a consagrar el poder omeya en Córdoba, consolidándose Medina Azahara, su ciudad palatina, como la más clara representación simbólica del poder construido por Abderramán III.