Resumen: La tesis doctoral “La arquitectura jesuítica en Aragón: primeras fundaciones (ss. XVI-XVIII)” aborda el estudio de la arquitectura desarrollada por la Compañía de Jesús en el Reino de Aragón durante la Edad Moderna (siglos XVI-XVIII), concretándose en la investigación de seis fábricas jesuitas aragonesas: los Colegios de la Inmaculada Concepción de Zaragoza (1555), Nuestra Señora del Pilar de Calatayud (Zaragoza, 1584), San Vicente Mártir de Tarazona (Zaragoza, 1591), San Vicente Mártir de Huesca (1605), San Francisco Javier de Graus (Huesca, 1651) y la Residencia y Colegio de San Ignacio de Alagón (Zaragoza, 1685 y 1754). La fundación de los Colegios jesuitas aragoneses fue un proceso complejo en el que confluyeron factores económicos, políticos y sociales que provocaron que la apertura de los establecimientos se dilatara en el tiempo. Se ha demostrado que estas instituciones contaron, por norma general, con varios fundadores y promotores (religiosos, nobles y burgueses) así como con el apoyo de la Corona y de los municipios, animados éstos por el tipo de educación dispensada por la Compañía de Jesús. Nuestro estudio ha puesto de manifiesto que las fábricas jesuitas aragonesas se sometieron al procedimiento de proyección arquitectónica establecido por la Curia General, con el objetivo de que los edificios de la Orden reunieran unas características funcionales y prácticas determinadas. A partir de esto se ha constatado que en el caso aragonés el control arquitectónico ejercido por la sede romana fue de carácter práctico y utilitario, reflejando la documentación manejada la importancia concedida por la Compañía de Jesús a la salubridad y a la funcionalidad de las fábricas. Se han estudiado los procesos constructivos demostrándose que la escasez de fondos económicos fue la principal causa de dilatación de los trabajos, analizándose su financiación a partir de la economía propia de los domicilios, con la importante aportación obtenida por el desempeño de la labor docente y la destacada contribución de algunos benefactores concretos. El trabajo aborda también la participación de los Superiores de la Orden en la construcción de las fábricas jesuitas aragonesas y pone de relieve los numerosos artífices que participaron en la construcción de estos Colegios, habiéndose documentado la intervención de cincuenta y nueve padres y hermanos y la contratación de profesionales externos a la Orden para efectuar trabajos en estas fábricas. Por otro lado, se ha señalado cómo la Compañía de Jesús recurrió a los materiales tradicionales y usos constructivos propios del Aragón contemporáneo para el levantamiento de sus fábricas, destacándose el empleo casi generalizado del ladrillo y el yeso como materia prima, la utilización de la técnica de la bóveda tabicada en los abovedamientos y el empleo de una estructura dúplice compuesta por un cimborrio octogonal y un cierre cupulado para cubrir el espacio sobre los cruceros de los templos, adaptando así al contexto regional la cúpula a la romana. Se han estudiado también las fuentes arquitectónicas situadas en la base de la proyección de los colegios jesuitas aragoneses. A partir del análisis de las fábricas aragonesas conservadas se ha manifestado que éstas siguen la tipología arquitectónica planteada por la Compañía de Jesús para sus inmuebles colegiales, los cuales incluyen el templo, la residencia y las aulas organizadas en torno a uno o más patios, habiéndose abordado sus características formales y funcionales detenidamente. En el interior de los Colegios destacan los templos como lugar concebido para el culto. A este respecto, se ha planteado la presencia de dos tipologías eclesiales en las iglesias levantadas por los jesuitas en Aragón. Por un lado, encontramos la solución adoptada en el templo de la Inmaculada Concepción de Zaragoza (h. 1567-1585), con cuya construcción la Orden alcanzó la configuración de un nuevo modelo eclesial, habiéndose levantado su fábrica en paralelo al Gesù de Roma (1568-1585). Por otro lado, se ha planteado la existencia de un segundo modelo eclesial en las restantes iglesias jesuitas aragonesas estudiadas: las de San Vicente de Tarazona (1643-1653/década de 1730 y 1750), Nuestra Señora del Pilar de Calatayud (1650-1700/1748-1762), San Francisco Javier de Graus (h. 1697-1729), la también dedicada a San Vicente en Huesca (1730-1746) y la de San Ignacio en Alagón (década de 1740), en cuya configuración se adoptó el modelo establecido en la iglesia del Gesù de Roma, describiéndose este proceso como un fenómeno de adaptación arquitectónica al contexto particular aragonés.