Abstract: Exiled From the Absolute: Transnationalism, Displacement and Identitarian Crisis in Roman Polanski’s The Ghost Writer Andrés Bartolomé Leal Durante siglos, el devenir e identidad de los humanos ha estado sujeto a la soberanía de la idea de la frontera, entendida como delimitador estático e inamovible de los conceptos y realidades que definen nuestra compresión del mundo. Empezando por la idea de nación y llegando hasta la percepción de nuestro propio cuerpo, la legimitidad de la frontera como organizador de nuestra experiencia vital apenas había sido rebatida. Sin embargo, durante el siglo XX, desde diferentes ámbitos del conocimiento, la supremacía de la idea de frontera ha sido gradualmente erosionada en favor de una percepción de la realidad mucho más difusa y cambiante. El advenimiento del postmodernismo en la segunda mitad de dicho siglo, definitivamente inclino la balanza en favor del subjetivismo y relativismo como estrategias a la hora de afrontar la realidad que nos rodea, basándose en la contestación de la existencia de cualquier absoluto, original o superior. El cine, como la expresión cultural contemporánea más extendida y popular, ha sido un gran epítome y catalizador de estas tensiones. Así pues, el cambio que sus imágenes en movimiento supusieron en contraste con el estatismo de la novela, la pintura o el teatro, artes de las cuales se ha nutrido desde su nacimiento, refleja el cambio en la percepción del mundo que los humanos experimentaron durante este periodo. Además, el cine los ha sustituido en su rol como medio de trasmisión de la cultura y tradiciones propias de una determinada civilización, pasando a ser el principal vehículo para la difusión y perpetuación de sus ‘mitos fundacionales’. Sin embargo, el cine también has sido un vehículo muy apropiado para la contestación de dichas tradiciones y las naciones que se cimentaban en ellas. Debido a la propia naturaleza del medio y a las inmensas posibilidades que ofrece a la hora de representar la realidad o no del mundo que conocemos, el cine en general ha sido utilizado para desmontar todo tipo de perspectivas absolutistas de la realidad y el cine transnacional en particular, aquellas cimentadas en la idea de soberanía nacional. Roman Polanski, un autor sujeto durante toda su carrera a los designios de la justicia, industria y economía internacionales, puede ser tomado como un claro referente de un director transnacional. Un director que no sólo realiza sus producciones al margen de intereses y gobiernos nacionales, sino que usa sus películas para rebatirlos. The Ghost Writer (2010) es un claro ejemplo de esta tendencia. Dicha película centra la trama en los efectos negativos que el exilio y el desplazamiento involuntario tienen para la psique, identidad y futuro de sus protagonistas. Para demostrarlo, la película recurre a la crítica de la identidad de las naciones contemporáneas, corrompidas por intereses económicos internacionales, la fragmentación de la identidad de sus personajes debido a la poca agencia que tienen sobre su movilidad y destino, así como a un estilo visual, fotografía y puesta en escena definidos por los sentimientos de claustrofobia, soledad y alienación. De esta manera, la película describe un mundo en el que las naciones han perdido hace tiempo su soberanía e identidad propia debido a la globalización y al imperialismo cultural, mientras que, por el contrario, los individuos siguen sujetos a sus designios e identidades. La película finalmente argumenta que en este mundo fluido y constantemente cambiante, limitar el movimiento de los individuos en base a fronteras despojadas hace tiempo de su sentido, significa limitar su identidad y posibilidades en la vida, reduciéndolos a la repetición de patrones prefijados, vacíos de significado y hace tiempo caducos.