Resumen: La práctica de Ultra Trail (UT) ha experimentado un boom en los últimos años, tanto en número de participantes como en eventos que se organizan anualmente. Estas pruebas deportivas sobrepasan los límites fisiológicos de los corredores atendiendo principalmente a dos factores: (i) la duración de las distancias de sus recorridos, por definición siempre superiores a la prueba de maratón, (ii) y los entornos naturales en los que tienen lugar, con grandes desniveles tanto positivos como negativos, que dificultan su realización. Múltiples estudios han demostrado los beneficios que la actividad física, practicada de manera regular, suponen para el organismo, aumentando las capacidades funcionales de diferentes órganos y sistemas, a la vez que disminuye la posible aparición de enfermedades no transmisibles y la reducción del riesgo de mortalidad general. Esta evidencia científica, se ha visto plasmada en forma de guías y recomendaciones de los organismos más prestigiosos en el campo de la salud pública como la World Health Organization (WHO), o la United Nations Educational, Scientific and Cultural Organization (UNESCO), prescribiendo a todas las personas la realización de ejercicio físico, independientemente de su edad, sexo o características individuales. Sin embargo, la dosis eficaz de ejercicio para obtener los beneficios anteriormente mencionados, no pueden verse representados en estas carreras, ya que exceden los límites tolerables de muchos de los participantes, en particular atletas no profesionales sin la adecuada preparación física, técnica o psicológica para poder afrontar adecuadamente estas competiciones, provocando sobre el organismo un efecto opuesto plausible, con alteraciones más o menos marcadas en múltiples órganos y sistemas, que pueden ocasionar cuadros médicos de tipo agudo de diversa gravedad, e incluso, en algunas ocasiones, un daño crónico. Teniendo en cuenta los potenciales efectos negativos de estas competiciones, así como el considerable aumento de corredores no profesionales que cada año participan en estas pruebas deportivas, resulta necesario estudiar las consecuencias que pueden tener sobre la salud de los corredores la realización de estas carreras extremas, con el fin de reducir la aparición de condiciones médicas y patologías adversas, asegurando de este modo, su bienestar y su seguridad. En este sentido, el objetivo principal de esta Tesis Doctoral es analizar las principales alteraciones agudas de daño muscular, renal, óseo e hiponatremia que produce una prueba de UT sobre el organismo en corredores no profesionales, así como en el período de recuperación a los dos y nueve días, respectivamente. Para poder dar respuesta al objetivo principal de esta Tesis Doctoral, en primer lugar, se revisaron los principales efectos negativos que pueden provocar estas carreras mediante una scoping review. Tras el análisis de los resultados obtenidos, se destacaron varias condiciones médicas de carácter nocivo para la salud como: daño renal agudo, daño cardíaco, daño muscular, hiponatremia, daño osteoarticular, además de alteraciones generales en serie roja y blanca. Se evaluó la evidencia científica en cada una de estas condiciones médicas (daño muscular, renal y óseo así como la hiponatremia) para determinar en cuáles de estas alteraciones existía en la actualidad una ausencia o escasez de estudios de relevancia. Tras este proceso, se decidió evaluar el daño renal agudo (AKI), la hiponatremia asociada al ejercicio (EAH), la rabdomiólisis post esfuerzo (ER) y finalmente, el remodelado óseo (BT). El estudio de estas alteraciones se llevó a cabo mediante el análisis de biomarcadores específicos para cada una de estas condiciones médicas, plasmándose los resultados obtenidos en cuatro artículos científicos publicados en revistas indexadas en JCR en los cuartiles Q1 o Q2. El análisis de AKI y EAH se estudió de forma conjunta en una revisión sistemática que analizó la incidencia de estas dos patologías en función de la distancia de la carrera. Se obtuvieron tasas elevadas de AKI con mayor número de episodios en las carreras más cortas y en las de mayor duración, no observándose un aumento lineal de la incidencia de AKI en función de la distancia únicamente, sino también, en función de la velocidad de la prueba. Los cuatro sujetos incluidos en nuestros estudios de caso sufrieron alteraciones de SCR y EFG en post, pero en ningún momento llegaron a desarrollar AKI, al no cumplir los criterios diagnósticos. En cuanto al EAH, las variaciones en la concentración sanguínea de [Na+] fueron mínimas y en ningún momento se detectó ningún episodio de EAH. En cuanto al desarrollo de ER, se observaron aumentos considerables de todos los parámetros que analizan esta situación ((Creatinkinasa (CK), Lactodeshidrogenasa (LDH), aspartato aminotransferasa (AST) y alanina aminotransferasa (ALT)), tanto al finalizar la carrera (post), como en el periodo de recuperación a los dos y nueve días (rec2) y (rec9), respectivamente. Estas alteraciones en los biomarcadores sanguíneos de ER se asociaron a pérdidas funcionales en la capacidad contráctil de los músculos extensores de las piernas, medidas a través de varios test de salto de la batería de Bosco. Los tres saltos analizados en pre, post, rec2 y rec9 fueron: squat jump (SJ), contra movimiento (CMJ) y Abalakov (ABA). Todos ellos mostraron descensos bruscos en post volviendo a valores basales en rec9, siendo CMJ el salto más afectado en post y ABA el que sufrió un menor descenso al comparar pre vs. post. Por último, el BT sufrió un desajuste aumentando los marcadores de remodelado óseo (BTM) relativos a resorción ósea (C-terminal telopeptido del colágeno tipo I (CTX)) y calcio sérico (Ca2+), y una disminuyendo los de formación ósea (Osteocalcina (OC)) y fosfatasa alcalina (BALP), así como de resorción ósea en post, re2 y rec9. En conclusión, y considerando todos los resultados expuestos en estos cuatro estudios científicos, se puede concluir que las UT provocan una serie de alteraciones en varios órganos y sistemas que pueden ser evaluadas mediante el uso de biomarcadores específicos. El uso de estos biomarcadores por parte de los profesionales sanitarios, así como de los entrenadores y corredores, podrían resultar de gran utilidad como medida de prevención a la hora de afrontar estas carreras, detectando posibles problemas médicos de forma precoz, además de reducir la progresión de estas enfermedades al monitorizar los efectos negativos de estas pruebas en los corredores al finalizar la carrera y en los periodos de recuperación.