Resumen: Actualmente persiste un debate sobre cómo conceptualizar la religión sintoísta. El sintoísmo es una religión que ha compartido gran parte de su Historia con otras religiones como el taoísmo, confucianismo y budismo. En esta tesitura, muchos investigadores se preguntan hasta qué punto esta religión ha permanecido invariable e independiente del resto a lo largo de su Historia, como tradicionalmente se ha dicho. Para obtener una respuesta, historiadores de las religiones apuestan por navegar en la Historia de esta religión mediante el análisis de los periodos más polémicos, como el antiguo, el medieval y el contemporáneo; observar la evolución que sufrió el objeto de culto más importante, los kami, en los distintos periodos; analizar las coyunturas políticas concretas; y comprobar el grado de sincretismo que tiene con el resto de religiones. A través de estas pautas y del análisis de las interpretaciones de los historiadores que han participado en este debate, se espera poder responder a la simple, pero paradójicamente compleja pregunta que va a plantear este trabajo: ¿cuál es la naturaleza del sintoísmo? A lo largo de este texto se van a presentar numerosas respuestas, pero la que va a dominar sobre las demás fue la formulada en la década de los ochenta del siglo XX por el historiador del pensamiento japonés Kuroda Toshio. Es decir, que el sintoísmo es una religión creada artificialmente en 1868 en el contexto político de la Restauración Meiji (1868). Anteriormente, esta religión no era un ente independiente, sino que formaba parte de un sistema religioso mucho mayor llamado budismo kenmitsu que agrupaba creencias, prácticas y ritos, como los taoístas, sintoístas, confucianos y, sobre todo, budistas. De hecho, la definición más apropiada para el sintoísmo se correspondería con la elaborada por Mark Teeuwen: «los diversos intentos del estado japonés a lo largo de la historia por unificar las creencias y prácticas kami, y para crear un ámbito para los kami diferenciado del budismo». Por lo tanto, el sintoísmo y el ‘culto de los kami’ se articulan como dos elementos diferentes.